domingo, 1 de enero de 2017

Bienvenidos a 2017

Desde un punto de vista geopolítico el año 2017 comienza con un escenario mucho menos incierto que en años precedentes.


El riesgo de atentados en Europa se ha convertido en una realidad con la que convivimos a diario. De hecho, muy poco han tardado los mal llamados islamistas en cometer su primera barbaridad del año, esta vez en Turquía. El instrumento más eficaz para combatir esta forma de terrorismo es la cooperación europea gracias a la cual está siendo más fácil identificar y neutralizar los riesgos. Por otra parte, es indudable que en 2017 seremos testigos de más de una acción terrorista en suelo europeo.

Un riesgo inmediato y muy probable es el colapso del sistema bancario italiano y el consiguiente rescate por el Banco Central Europeo. La gestión de esta situación puede ser determinante para el cambio del mapa político italiano.

La política europea está mucho más inter-relacionada de lo que los europeos queremos creer. En 2016 el resultado del referendum británico del Brexit impulsó la victoria de Mariano Rajoy en las elecciones españolas. Si el colapso bancario produce una crisis política en Italia, algo que sería prácticamente inevitable, la victoria de Beppe Grillo posiblemente impulsaría la victoria de Le Pen en las presidenciales francesas. Por el contrario, la derrota de Le Pen en Francia podría ser el detonante de la caída de Theresa May en Gran Bretaña y el principio del fin del Brexit.

Los riesgos más preocupantes desde el punto de vista de seguridad global siguen estando en las difíciles relaciones entre Rusia y el Bloque Occidental. La victoria de Donald Trump en las presidenciales de Estados Unidos ha aliviado ligeramente la tensión.

En estos comienzos de 2017 es interesante recordar que el clima de enfrentamiento actual entre Estados Unidos y Rusia se remonta al fallido encuentro diplomático que tuvo lugar en Marzo de 2009 entre la entonces Secretaria de Estado, Hillary Clinton, y el ministro ruso de exteriores Sergey Lavrov. La situación empeoró de forma drástica tras la catastrófica visita diplomática de Hillary Clinton a Rusia en Marzo de 2010. Clinton tuvo el honor de ser alojada en la residencia privada de Putin a las afueras de Moscú. En la rueda de prensa conjunta posterior describió su estancia como "pasar una noche en la casa del malo de las películas de James Bond". Lo peor es que esta salida de tono que fue interpretada como un insulto fue uno de los momentos menos tenso de la rueda de prensa. El odio personal entre Clinton y Putin ha alimentado el enfrentamiento entre Rusia y el mundo occidental. Es indidudable que la salida de Clinton del panorama político está contribuyendo a la estabilización del panorama geopolítico global.