El concepto de capital intelectual representa el conocimiento que posee la compañía y se manifiesta como la capacidad de los empleados para resolver problemas de negocio. Evaluarlo es una tarea compleja porque agrupa una gran cantidad de elementos intangibles. Por ejemplo: el domino de las tareas propias del puesto de trabajo, el valor de la información que posee la empresa y los empleados, el conocimiento de los clientes, la capacidad para generar negocio recurrente, la facilidad con la que fluye la información por la organización, el estilo predominante de liderazgo, la participación en la toma de decisiones, el nivel de estandarización del trabajo, la política de innovación de la empresa, etcétera.
Las empresas necesitan más que nunca conocer la cantidad de capital intelectual que poseen, pero también necesitan identificar qué forma tiene y dónde reside. La situación económica está empujando a las organizaciones a situaciones límite en las que la contribución de cada empleado puede llegar a ser vital. Es precisamente en estos momentos en los que es más imprescindible que los líderes identifiquen el talento que hay en sus equipos y lo pongan a producir a pleno rendimiento.
En su libro El Elemento, Sir Ken Robinson expone que las personas son capaces de hacer cosas extraordinarias cuando encuentran su “elemento” o “medio natural”. Este aparece cuando una persona encuentra una actividad para la que posee una combinación única de capacidad, motivación, actitud y oportunidad.
En mi opinión esta es una de las mejores definiciones de talento que jamás he encontrado. Las personas con talento son capaces de hacer muy bien su trabajo, pero además sienten la necesidad de hacerlo bien y afrontan de forma positiva las dificultades y el esfuerzo necesarios para lograrlo. La misión de los líderes es crear las oportunidades para que las personas con talento desplieguen todo su potencial y empujen de forma natural a la organización en la dirección correcta.
El capital intelectual representa el conocimiento. Si queremos valorar de forma apropiada el talento debemos considerar también la motivación y la actitud. Para describir estos componentes es necesario acuñar un nuevo concepto: el Capital Motivacional.
El valor que proporcionan las personas a la empresa es una combinación entre el capital intelectual y el capital motivacional: qué saben hacer los empleados y qué están dispuestos a hacer. La solución a los problemas actuales de muchas de las empresas pasa por identificar la cantidad de capital intelectual y motivacional disponible y crear las condiciones para que aumenten.
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