El pasado 12 de diciembre de 2015 se clausuraba la
Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con el anuncio de un
acuerdo histórico firmado por más de doscientas naciones. El punto esencial del
acuerdo es que las naciones firmantes se han comprometido a realizar
reducciones de CO2 que permitirán que la temperatura media del planeta no se
incremente más de 3º C antes del año 2100.
La firma del acuerdo fue anunciada como un extraordinario
éxito, especialmente tras el estrepitoso fracaso en la ratificación y aplicación
del Protocolo de Kioto (1997) y la desastrosa Conferencia de Copenhague (2009).
El problema del acuerdo de Paris es que no está nada claro que las medidas
acordadas sean efectivas para lograr el objetivo.
El problema del cambio climático puede resumirse en dos
cuestiones esenciales:
- ¿Cuánto nos podemos permitir que suba la temperatura media del planeta?
- ¿Cuántos combustibles fósiles podemos quemar?
Existe bastante consenso en la comunidad científica acerca
de la primera pregunta: si queremos mantener las condiciones actuales de
habitabilidad del planeta, la temperatura media no debería subir más de 2 grados
Celsius antes del año 2100. El acuerdo de Paris, por tanto, supera en un 50% el
límite prudente recomendado por los científicos.
La segunda pregunta es más compleja. Según el panel de
expertos del cambio climático de Naciones Unidas las dos preguntas están relacionadas
entre sí, ya que el principal factor de incremento de la temperatura es la
quema de combustibles fósiles. Al reducir las emisiones de CO2 se reducirá el
incremento de temperatura.
No todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación. Por
una parte, existe una corriente negacionista que rechaza que se esté
produciendo ningún tipo de cambio climático. Los defensores de esta postura
suelen tener fuertes intereses económicos y escasos conocimientos científicos.
Lejos del negacionismo, existe una oposición científica
seria al Panel de Expertos de Naciones Unidas. Este grupo defiende la idea de
que el cambio climático es un proceso mucho más complejo. El clima es un
sistema dinámico que aún no comprendemos suficientemente bien. Es innegable que
la actividad industrial genera residuos que deterioran el medio ambiente e inducen
el incremento de temperatura. Pero el CO2 es sólo una parte de la ecuación del
cambio climático y no necesariamente la más importante. Otros factores clave relacionados
con la actividad humana son el incremento de la población, la deforestación y la emisión de productos contaminantes mucho
más peligrosos que el CO2 (principalmente óxidos de nitrógeno, metales, e hidrocarburos
pesados).
Este grupo de oposición con fundamento científico está
dividido a su vez en dos corrientes: la mayoría propone medidas mucho más severas que
las que defiende el Panel de Expertos de Naciones Unidas; la minoría considera que
las propuestas de Naciones Unidas son ineficaces y, por tanto, innecesarias.
Para entender el contexto de la Conferencia de Paris tenemos
que quedarnos dentro de la corriente oficial defendida por Naciones Unidas. La
conferencia ha girado alrededor del CO2 y la cantidad de petróleo que no
podemos quemar. Hay decenas de estudios publicados en los últimos años sobre
este tema. Uno de los más citados fue realizado por la institución británica UCL Institute for Sustainable Resources y publicado el 7 de enero de 2015 en Nature.
Según este estudio, para que el incremento de temperatura
antes del año 2100 sea inferior a 2 grados Celsius tenemos que renunciar a
quemar:
- el 80% de las reservas actuales de carbón,
- el 50% de las reservas actuales de gas natural y
- el 30% de las reservas actuales de petróleo.
La dimensión económica del problema es evidente. El 92% de
las reservas económicas actuales de petróleo está en manos de quince países. El petróleo que no podemos permitirnos quemar tiene un valor
actual de 4.044,7 billones de dólares, más de 240 veces el PIB actual de
Estados Unidos.
La pregunta para la que no existe respuesta es qué reservas de
petróleo van a dejarse sin quemar. Si hiciéramos una distribución lineal del
30% de las reservas, encontraríamos que el límite marcado por el acuerdo de
Paris supone 100 veces el PIB de Rusia, 638 veces el de los Emiratos Árabes
Unidos, 941 veces el de Arabia Saudita y 1121 veces el de Irán.
Estas cifras proporcionan una perspectiva diferente al problema de la belicosidad actual de Rusia, el Estado Islámico y las naciones de Oriente Medio. Es posible especular, incluso, con la posibilidad de que el objetivo real del brutal atentado de París fuera forzar la suspensión de la Conferencia del Cambio Climático.
Nota:
Las reservas económicas están formadas tan sólo por el
petróleo que es rentable extraer con la tecnología actual. Es muy posible que
las reservas globales aumenten en los próximos años por la aparición de nuevas
tecnologías. Es lo que ha sucedido, por ejemplo, con Venezuela, que ha saltado
al primer lugar de la lista al desarrollarse nueva tecnología que permite la
explotación rentable de las reservas de la región del Orinoco.
El cálculo, en cualquier caso, está realizado a la inversa.
Los expertos han calculado la cantidad de CO2 que producirá un aumento de 2
grados Celsius y la han traducido a barriles de petróleo. La conclusión final
es que desde hoy hasta el año 2100 nos podemos permitir quemar 1,175 billones
de barriles de petróleo, que representan el 70% de las reservas actuales. Si
aumentan las reservas, aumentará el porcentaje de ellas que no podremos quemar.
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