La huella del agua es un concepto mucho más práctico y preciso que la huella de carbono para medir el impacto de la actividad humana sobre la naturaleza, así como las consecuencias que tendrá para la humanidad el uso irresponsable de los recursos naturales.
Cada actividad humana tiene un impacto directo en términos de consumo de agua. Por ejemplo, fabricar unas zapatillas deportivas requiere consumir más de 8.500 litros de agua.
A nivel global dedicamos el 70% del agua a tareas agrícolas. Las técnicas agrícolas de baja tecnología requieren grandes cantidades de agua para producir cantidades moderadas de alimentos. Los países ricos son capaces de producir excedentes alimentarios consumiendo en porcentaje menos de la mitad del agua que necesita la actividad agrícola del resto del mundo. Las iniciativas de compartición de tecnología son esenciales para lograr que el planeta sea sustentable.
La industria es el gran consumidor de agua en los países ricos. Las industrias textiles y energéticas utilizan cantidades inmensas de agua. Nuevamente en este caso, los países en desarrollo se ven empujados a utilizar tecnologías que requieren mucho más consumo de agua del necesario.
El agua es esencial para la supervivencia. Es el patrón real de la riqueza y la prosperidad potencial de las naciones. La paradoja es que existen países con grandes recursos acuíferos pero que no disponen de los medios técnicos y las infraestructuras necesarias para desarrollarlos.
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