Uno de los síntomas del estado líquido del escenario geo-político global es la rápida evolución de los riesgos globales, tal y como se puede comprobar al comparar los diagramas de cisnes negros potenciales de principios de marzo y finales de abril.
En apenas mes y medio han tenido lugar cinco eventos trágicos cuyas consecuencias finales son difíciles de prever:
- El atentado de Túnez (18 de marzo).
- La destrucción del vuelo 9525 de Germanwings (24 de marzo).
- La internacionalización de la guerra civil de Yemen (25 de marzo).
- El ataque terrorista a la Universidad Garissa de Kenia (2 de abril).
- La crisis migratoria del Mediterráneo (19 de abril).
Los atentados a gran escala, la ruptura de la tregua de Ucrania y la salida de Grecia de la Eurozona son eventos tan probables que es difícil seguir considerándolos como cisnes negros.
El diagrama recoge también cuatro riesgos nuevos asociados a cuatro estados en crisis. El atentado de Kenia ha abierto las puertas a una nueva guerra en Somalia. El riesgo de que la guerra de Siria y el Estado Islámico se extienda es cada vez más alto, especialmente tras confirmarse la presencia de combatientes iraníes en el terreno. La guerra civil de Yemen amenaza con desintegrar el país. Por último, la crisis política de Venezuela puede degenerar fácilmente en un colapso completo.
Nunca antes han existido tantos estados fallidos ni tantas naciones en riesgo de caer en esta categoría. En mi libro "qué es esa cosa que llaman política" se describen las características de los estados fallidos y las causas de que aparezcan.
"La democracia es un oasis de tolerancia y convivencia en un desierto político de violencia, represión y miseria humana. Por desgracia parece que sólo son capaces de apreciarlo en su justo valor aquellos que han vivido en un régimen totalitario o en una región dominada por la violencia" (Qué es esa cosa que llaman política).
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